Por: Lilia Cisneros Luján (Agradezco a todos aquellos que me han cuidado a lo largo de mi vida)

14 de mayo 2019

¡Alguien que me cuide!

En el proceso del desarrollo personal que inicia justo al momento de nacer, la etapa simbiótica es tan importante como la cimentación en la construcción de un edificio. Desde el momento en que el bebé sale al mundo, enfrenta la necesidad de respirar, alimentarse, ser aseado, abrazado, cobijado y todo ello normalmente es proporcionado por una sola persona cuyo olor, voz, palpitaciones son su principal fuente de seguridad. Aun cuando el sentimiento de necesidad de “alguien” que me cuide quede almacenado en el cajón más remoto del subconsciente, a lo largo de la vida de las personas esta urgencia surgirá con mayor o menor fuerza dependiendo de la forma en que me cuidaron durante mis primeros días en el planeta y de la agresión o expectativa de peligro que me aseche, como sería el caso de violaciones, robo o peligro de perder la vida.

La madre es casi siempre la protagonista de esta etapa simbiótica, porque ya sabe y ha aprendido que la ausencia de alguna de estas acciones puede derivar en la muerte del otro; lo sabe siempre y cuando haya cursado un proceso de madurez del cual carecen las mamás muy jóvenes o aquellas dañadas en su desarrollo emocional. ¿Tiene que ver con esto, la actitud pasiva de masas que esperan acudir a mítines como única forma de lograr que algún tercero –político o institución- se ocupe de sus necesidades?

Según diversos especialistas, el fenómeno se relaciona mas con la fascinación del líder, sobre sí mismo –una forma de narcisismo- y la ejercida sobre sus seguidores, que abdican de su poder de tomar decisiones propias, al margen de su necesidad, si acaso existe, de ser protegidos. La renuncia a la voluntad propia, no mide el odio, la ambición y la intolerancia que al final del día es absorbida por los seguidores, que se convierten en seres miedosos, atrapados en la incompetencia, inermes ante el engaño y la intolerancia como ocurrió con miles de ciudadanos alemanes en los tiempos de ensoñación nazi. ¿Cómo es que hasta hoy ningún poder ha logrado oponerse a las consecuencias de un bando del distrito federal que le dio a los desarrolladores y constructores manga ancha, para destruir la ciudad y violar toda suerte de acuerdos populares que solo buscaban proteger el acervo histórico y evitar el caos urbano que padecemos? El tema de la poda de árboles por los promotores de la torre Mitika y la amenaza de la alcaldesa de Álvaro Obregón de derribar una construcción irregular al margen de una presa ¿de verdad pondrán en su lugar a constructores prepotentes? ¿Quien recibirá el regaño por lo ya cometido? ¿Se tomarían en cuenta las protestas de años, ignoradas por autoridades dispuestas a alimentar la fascinación por el líder?[1]

Allanarse al supuesto poder absoluto del jefe y sus seguidores implica darle valor erróneo al engaño y la alucinación, al grado de sucumbir a una atracción irresistible que con una somera investigación podemos encontrar en los pueblos sometidos a líderes “mesiánicos” ¿Puede darles tales atributos, a Fidel Castro, Bolsonaro, Hugo Chávez, o Mauricio Macri[2]? Aun sin mucho sustento académico pero con algo de información y sentido común, quizá Usted sea de los capaces de entender que sin importar que sean de izquierda, derecha o difuso, tales embaucadores hipnotizan a quienes renuncian a su facultad de pensar asumiendo suyas frases mercadotécnicas como, “les prometo que voy a erradicar la pobreza”, “terminaré las obras inconclusas” o “rellenaré los baches” aunque a todas luces se dupliquen los pobres del país que dirigen y se mueran de hambre los escolares y trabajadores que ahora caminan por el pavimento y no en las brechas. ¿De que dimensión es la auto-estima de miles de personas dispuestas a someterse a las afirmaciones de una persona de temperamento enfermizo?[3]

Con todo y lo lamentable de tales líderes acostumbrados a arrancar el aplauso facilón, luego de autodefinirse, como honestos, dispuestos a dar la vida para lograr el exterminio de los corruptos con tal de ser “…. aclamados como salvadores, aparentemente inquebrantables y con una gran determinación, podían estar atravesados por conflictos muy intensos que bordeaban el límite del delirio con todas sus nefastas consecuencias” según la obra de Fanny Elman Schutt y si así ocurre en los líderes de este decenio a los cuales siguen con obcecación las masas no pensantes, seguramente llegará el momento de la cura individual y del colectivo que les sigue, porque como dijo mi sabia abuela “no hay mal que dure 100 años”

Mientras ¿que ocurrirá con usted ahora que le han quitado su empleo sin justificación alguna? ¿A que límites llegará el país que ama y al cual ha dedicado su talento durante décadas? ¿Cómo resolverá el temor de ser agredido por quienes cada día alimentan en un discurso de confrontación su posibilidad de medio vivir? Ocurrirá lo que Usted determine, porque su etapa de bebé ha pasado, ha aprendido a cuidarse por si mismo, incluso a lo largo de su vida se dio el lujo de cuidar de otros pues como dice el texto “hay más gozo en dar que en recibir” y si bien sus temores son explicables y justificables Usted, como muy pocos, sabe como resistir el embate perverso de pseudo líderes cargados de patologías a los cuales juzgará la historia como lo está haciendo en Chile, Perú, y muchas otras naciones.

En resumen, si siente la necesidad de que alguien lo cuide, evite caer en la ensoñación de los capaces de fascinar a los mediocres. Usted puede darle contenido a sus acciones: marchando, opinando en reunión vecinal, iniciando nueva empresa, produciendo un escrito para difundir pensamientos alternativos o simplemente conviértase en maestro, de sus hijos o nietos en la sobremesa cotidiana, sin importar cuan frecuente esta sea.

[1] ”La fascinación del líder” de Fanny Elman Schutt, libro presentado y analizado en el centro psicoanalítico de Madrid.
[2] El pueblo argentino, luego de haber votado con entusiasmo a un líder contrario a los krishner considera que su electo miente, es hipócrita y hace ofertas irrealizables.
[3] Sigmund Freud, escribió acerca del temperamento de una presbiteriano, feo y de cortos alcances que se convirtió en el vigésimo octavo presidente de los estados Unidos de Norteamérica